martes, 22 de junio de 2010

Noche de injusticia

Hay días que amanecen azules y noches que despiertan rojas de rabia, odio hacia lo injusto, hacia lo que no me corresponde.

Comenzaba el día con un estudio fácil, sin complicaciones, me sabía todo el temario bien de una asignatura y en mi cabeza empezaba a sonar, a rugir con fuerza el sueño de sacar una matrícula, mi segunda en mi carrera universitaria. Pero el tic-tac daban las siete y me llegaba un correo de una profesora (la buena) diciéndome que tenía un ocho en una práctica, una nota alta visto la media de los compañeros... pero que no me servía ni para saciar mi ego personal, era solo una valoración más sin sentido alguno para mi salvo para agrandar mi sentimiento de injusticia.

Un error, un olvido, una simple firma en un papel ha marcado la diferencia, y digo ha marcado pues por muy bien que solucione este error ya parto con una desventaja respecto al resto, entre la gloria y la simpleza de sacar el partido adelante.

Yo me he venido abajo, no he podido aguantar que todo el esfuerzo realizado, gastando horas en una tarea inservible, solo haya servido para llenar la memoria de un portátil.

Todo lo conocido es ahora olvidado y por mucho que intente poner los cinco sentido en el presente, el pasado es ocupado por una injusticia de una profesora (la mala) que ve más valor en una firma que en el esfuerzo realizado.

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