La últimas de las constantes persecuciones que sufren los videojuegos desde estamentos sociales e instituciones, ha sido protagonizada por Richard Taylor, asesor del gobierno laborista británico de Gordon Brown.
La genial ideal del consejero ha sido poner un impuesto a los juegos catalogados como violentos, según él juegos de tal calibre no han de salir tan baratos al público. Hemos de tener en cuenta que un juego de primera mano salido durante su primer trimestre cuesta poco menos de 70€ -unas 60 libras esterlinas- con tal impuesto se subiría aún más coste de un videojuego cuyo principal fin es el entretenimiento.
En tiempo de crisis ha de buscar beneficios por donde sea con tal de poder seguir nacionalizando bancos por los errores de economía ultraliberal del pasado. Pero equiparar los videojuegos violentos como Dead Space, Manhunt o Madworld con el alcohol o tabaco desde mi parecer es intolerable. Los impuestos sobre estos productos se hace con un fin claramente de incentivar a los usuarios de estos productos de dejarlo de consumir, pues se hacen daño a ellos y a la sociedad.
Pero un videojuego no produce tales efectos, consumir dos horas de videojuegos no te va a hacer conducir haciendo "eses" ni a la larga te va a provocar un cáncer.
Seguir con el pretexto de demandar a los videojuegos su labor social ya no es creíble pues no se le puede acusar a los videojuegos violentos de causar la muerte de 16 estudiantes como sitúan algunos medios alemanes tras la matanza del miércoles.
Termino con esta frase: "No son los videojuegos sino ellos" . Un joven con claras tendencias asesinas jugara a un juego violento, pero un juego violento no creará en un joven un espíritu de matanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario