Pegosa, tonta, simbólica o cualquier adjetivo puede valer para definir la medida de "La Hora del Planeta". Pero esta tierra que pisamos cada día, que volamos cuando viajemos, cuya aroma nos llega con cada respiro nuestro necesita un regalo.
El regalo de la vida que nos hizo en el pasado ha de ser compensado. Quizás una hora no solucione más de 200 años de explotación desde la revolución industrial. Pero una hora de descanso tras varias horas trabajando en nuestra ocupación en siempre bien agradecida. Pensar en lo relajada que se sentirá nuestro planeta de poder echar una cabezada mientras nosotros nos sumergimos en la belleza de la naturaleza de la oscuridad.
Apaguemos mañana las luces, el ordenador, no cojamos el coche mañana a las 20:30. Nuestro honor está en juego.
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