lunes, 5 de marzo de 2012

Un nuevo errar de Córdoba en su camino hacia el futuro


El futuro se desmorona en la ciudad. La orilla de las ideas, la que debería contraponerse a la soñada (monumental), pierde su propia Mezquita (Santa Iglesia Catedral para no molestar a nuestro amigo Deme) y con ello el sueño de ver con el paso de los años un skyline diferente que impulsara a Córdoba como ciudad de congresos, como ciudad contemporánea.

No voy a hacer hipócrita y tampoco suicidad. Era imposible hacer el Centro de Congresos de Córdoba (en adelante C3), pero también lo es en la coyuntura económica actual cualquier desembolso no prioritario para el estado de bienestar. Es decir, no es necesario ahora cualquier esfuerzo presupuestario en la realización de un lugar de congresos que no lograría apenas demanda.

Es por ello que defiendo la opción de esperar. Sí, hemos esperado prácticamente una década la primera piedra del antes llamado Palacio del Sur. Pero las cosas como son, no podemos poner un parche en el camino y en la campaña electoral del 2015 encontrarnos con propuestas del tipo de: Córdoba House Music (la casa de la Música, el auditorio que Córdoba merece). No, no queremos eso, no queremos proyectos inacabados para la eternidad.

El C3 iba a ser el punto angular de la regeneración de una orilla ahora extinta salvo por un Espacio Andaluz de Arte Contemporáneo. De una orilla que ve olvidada su barrio moderno con el Cordel de Écija, futuro Museo del Agua, futuro Bellas Artes… Del renacer de una ciudad al sur de su río.

Y no queremos un centro de congresos de una ciudad de segunda fila, de un pueblo que no tiene nada que vender entre sus calles. Córdoba sí tiene algo que vender y renunciamos a ello, nos ubicamos a varios kilómetros de una ciudad en un complejo entre vías del tren y tiendas de multinacionales extranjeras. Renunciamos a la imagen de fondo de la Mezquita, que ofrecía el C3, por un lugar apartado de la civilización, con penosas comunicaciones y que quedará para simples ExpoCórdoba o Salones Cofrades. Sí, esos que le gustan mucho al gobierno actual posicionado por renunciar a actividades como Animacor y salvar esas otras presentes en cada ciudad que se precie de España.

Renunciamos a lo genuino para caer en la mediocridad. Renunciamos al renombre para caer en lo común. Renunciamos a 10 millones de euros, mal gastados y todo lo que queráis, para olvidarnos de un proyecto que no llevaría nunca la firma de un señor de apellido Nieto y de nombre José Antonio.

Imagen del futuro espacio de congresos de Córdoba. (Foto: Diario CÓRDOBA)

Primero fue la muerte de la cultura, del trabajo hecho durante tantos años en pos de conseguir volver a ser lo que fuimos en 2016. Ahora renunciamos a ser una ciudad moderna. ¿Qué será lo próximo?

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