PRÁCTICA 8 - Lengua, comunicación y
flujos migratorios" en el futuro de la UE y de un escenario globalizado
Europa se desquebraja, una unión de dos velocidades. Dos titulares presentes durante las últimas semanas que ponen en alerta al ciudadano europeo de que la realidad vivida, hasta ahora, puede tener un fin mañana. Aunque el tema es amplío y complejo no me pararé en este tema pero conviene centrarnos en un aspecto en peligro de herida grave de romperse la Unión.
La emigración entre cada uno de los 27 países (pronto 28 con
la entrada de Croacia), aunque desde hace bastante no es como tal (algunos
reticencias de países centrales frente a Rumania), ha traído a lo largo de los
últimos años una importante riqueza para cada uno de los países. Naciones cercanas
pero al mismo tiempo lejanas, costumbres dispares, maneras de ver la vida
diferentes donde la facilidad de ir a trabajar de un lugar a otro fue
transmitiéndose poco a poco.
Bücher en su obra de la Evolución Industrial exponía que
todo avance en la cultura es derivado de un flujo migratorio. Y yo la comparto,
claramente el choque de ideas a lo largo de la historia ha podido producir otro
tipo de choques con más sonido que el de la palabra. Pero a la larga, el
compartir diferentes concepciones de lo que vemos en el día a día ha terminado
por enriquecer a la sociedad en general.
Claro está que no todo flujo migratorio termina por generar
riqueza. Se nos viene a la cabeza las grandes capitales americanas y sus
famosos barrios chinos o yéndonos al pasado las antiguas juderías (aunque en
este caso sería sumergirnos en un trasfondo histórico de otra época). Ello solo
acercaba ideas opuestas que solo se encontraban en las batallas de las calles y
no en la compra de frutas y pescado, como debería ser.
Es decir, la migración ha de ir como cual viajero en la
antigüedad era. Sumergirse en la ciudad nueva y traer consigo sus costumbres,
virtudes, pero a la vez canalizar lo que está presente y adaptarse al medio.
Por otra parte, desde los receptores de esos inmigrantes se ha de buscar el
acercamiento, integrarlo.
En este sentido tiene gran peso la televisión (sobre todo) y
otros medios de comunicación. Es curioso pero cierto que más de una vez al
llegar a un hotel en tierras lejanas a las nuestras encendemos la tele para ver
qué echan.
Esto últimamente gracias a un gran flujo de canales debería,
porque apenas pasa, crear un flujo comunitario con ellos a través de diversos
programas que les inserten poco a poco en la cultura del país. Sin embargo son
pocos y el mismo avance de la tecnología les permite seguir conectados en una
pequeña burbuja en su casa.
Y en este sentido, en el estudio de la Fundación Telefónica
de Los medios de comunicación en la experiencia migratoria, nos relata que los
emigrantes de Latinoamérica pasan más tiempo en un ordenador con internet que
en una televisión. De esta manera se acerca a su pueblo pero no se palpa en
exceso de lo que es presente en el país receptor. Aunque también hay que
añadir, que ese uso es mayoritariamente de contacto vía email.
En ese mismo estudio se puede ver cómo han cambiado las
costumbres mediática de los inmigrantes en España, así, casi todos los pueblos
navega más por internet que antes o lee más prensa que antes.
Internet es, por tanto, quizás el medio integrador en la
sociedad pues puede permitir al visitante duradero no sentirte muy lejano y
desplazado mientras la integración florece.
Volviendo a la parte histórica. Hay que ver que a lo largo
de la historia fueron las naciones donde más viajeros de diversos mundos se
asentaron quienes triunfaron. En este sentido, el político e histórico alemán
del siglo XIX George Waitz comentaba: “Siempre que vemos un pueblo, sea cual
fuere su grado de civilización, que vive al margen de los otros, sin contacto o
acción recíproca, generalmente encontraremos un cierto estancamiento”.
Esto último se ve reflejado en las zonas más recónditas del
planeta, con estructuras sociales propias de civilizaciones de la edad antigua.
Y otras, que a pesar de su riqueza en materias primas, son aisladas de un modo
u otro del mundo sin llevar el avance cultural debido.
Y de igual manera trasladable a pequeñas proporciones, a
aquellas comunidades de extranjeros que se asientan en pequeños poblados o
barriadas a las afueras de las ciudades. Esto a la larga terminará por crear
dos realidades opuestas con apenas un kilómetro de distancia entre ellas. Es
decir, lo que se conoce como una mayor presencia de un cuarto mundo, de pobreza
dentro de la “riqueza”.
En todo este proceso de integración buena culpa de que se dé
más o menos rápido la tiene el uso de la lengua. De esta manera podemos ver en
el documento de la fundación Telefónica antes citado como los hispanos
parlantes encuentran acomodo pronto. Son capaces de interactuar desde el minuto
1 en el territorio de la metrópolis.
Aunque en esto también influye las costumbres y religiones
heredadas de colonizaciones pasadas.
En este tema también volvemos a la importancia de internet.
Aquí en España quizás el acercamiento entre periferia y centro no ha experimentando
un gran mejoría por estar conectada de antes, en algunos bastos países supone
un vehículo que ayuda a no dejar atrás a aquellos pueblos alejados de la
ciudad. Casos como Australia o Brasil.
También internet acorta los problemas de los idiomas, nos
permiten acceder a contenidos de diversa calidad y emitidos desde puntos de
todo el planeta con un solo click. Se podría decir que en la red ya no existe
la lengua de la cultura (latín en el pasado o inglés en lo reciente) y eso
nutre a pueblos menos formados culturalmente.
Con todo esto llegamos a la idea de una Europa que puede
volver a abrir fronteras. Una Europa que se ha ido enriqueciendo gracias al
apoyo mutuo y que de por si hoy en día sola sería difícil navegar en el
escenario globalizado en el que estamos.
La identidad europea ha de ir más allá de un simple motivo
económico y seguir fomentando este flujo de ideas derivado de la libertad de
movimiento entre pueblos.
El enriquecimiento de la cultura de los pueblos es el
principal aval para no echar marcha atrás. Quizás se haya querido empezar la
casa por el tejado, es decir, por el dinero, por lo que más duele al final.
Pero de los errores se aprende y la Europa solidaria es posible, más con medios
de comunicación volcadas en la idea.
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