jueves, 10 de diciembre de 2009

El desprecio a la figura del Rey


Dejando de lado si nuestra nación se ha de comprometer tanto con un conflicto ajeno a nuestros intereses y apartando aún más de este cuaderno algunos manifiestos leídos hoy en nuestro país, nos limitaremos a hablar sobre si el Rey ha de intervenir en este tipo de situaciones diplomáticas.

La monarquía, justificada o no, va a estar presente por muchos años en nuestro mundo, España y Marruecos incluidos. Alejado de los papeles políticos autárquicos, al Rey solo le queda el carácter como institución de una monarquía histórica, y ello le da un punto a favor como embajador de nuestra bandera en el exterior. Un enviado de nuestra patria que ningún diplomático por mucha experiencia que tenga podrá lograr. No hemos de obviar que este muchacho, ya mayorcete, nacido en Roma haraáunos 70 años fue educado desde su juventud a convencer a los más difíciles señores, que fue criados como amigos de distintas casas reales del mundo. Está claro que mejor mano con nuestro vecino anclado en el pasado Hassan no lo va a tener nadie mejor que él.

Es por ello que cometemos un desproposito con nuestro Rey al privarle realizar el mejor trabajo que nos puede brindar a nuestro país. Si de verdad queremos solucionar algo enviemos al Rey, además, dejaríamos al Ministerio de Exteriores con un asunto menos que ya tenemos bastante con los abusos del Peñón de Gibraltar.

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