viernes, 13 de mayo de 2011

Fahrenheit 451. ¿Un mundo sin libros?

Durante la pasada semana recuperó mi añoranza por la lectura y con el ánimo de una recién conocida me aventuré en esta sana costumbre de sumergirse en el océano de las palabras.

La novela de la que hoy os vengo a hablar no es desconocida por muchos y, posiblemente, supone una de las historias distópicas que el fabuloso mundo de la escritura ha dado junto a 1984. Hablo naturalmente Fahrenheit 451, esa popular imagen, vídeo que hemos visto mucho de nosotros alguna vez de unos bomberos quemando libros.

Ray Bradbury, autor de la obra, nos relata el cambio de vida de Montag, uno de esos bomberos que antes citaba, cuando una joven y alegre chica de nombre Clarisse entra en su vida haciéndole ver la tristeza de su cometido. A partir de ese momento Montag desafiará a sus jefes e irá indagando el porqué de la quema de los libros, una aventura que le convertirá de cazador a presa.

A lo largo de las cerca de 200 páginas que contiene la novela, se puede encontrar bastante reseñas sobre diferentes obras (para los clásicos) o varios avances tecnológicos que nos evoca recuerdos de cómo se creía ver el futuro hace apenas unos cincuenta años.

Una historia bien hilada, amena y sencilla que nos hará pensar pero sin exigirnos demasiado. Una historia que debe de ser un referente para todos esas personas que se escudan de leer un libro, pues Fahrenheit 451 es libro que mejor puede defender el orgullo de este arte ancestral.

Sin embargo no todo es oro lo que reluce pero estas contras me las he de aguardar pues muy principales en el seguimiento de la novela son.

Una vez introducida la reseña y algunos datos de interés conviene abrir la reflexión. ¿Es posible un mundo sin libros? Esta novela nos la expone, nos la documenta en una historia donde la televisión guarda un gran protagonismo, un hecho que poco a poco en nuestra sociedad ha sucedido hundiendo en la miseria a las otras artes de la comunicación.

¿Pero en el mundo actual creemos que puede suceder algo así? ¿Podría algún gobierno, de un país cualesquiera que sea recortar hasta tales niveles las libertades de leer las obras?

En mi opinión la literatura está asentada tan bien estos días que hasta el más inculto defendería su existencia como pieza clave para mantener la sociedad… En la edad media la sociedad se inundó de un mundo sin libros, los pocos que habían estaba en manos de los poderes nobles o del clero; pero aquella vez la sociedad era analfabeta.

En Fahrenheit 451 no es así, todos saben leer y muy bien. Por ello se tuvo que recurrir a una enorme distracción que hiciera feliz a la gente, hacerla formar parte de una idea imaginaria común.

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